
¿Por qué es importante socializar en la adolescencia?
En la actualidad existe una creciente preocupación por el desarrollo de las relaciones interpersonales en nuestros adolescentes. Si el auge de la tecnología (smartphones, videojuegos, plataformas de contenido, etc.) ya eran vistos como la causa de un creciente aislamiento, para colmo nos sobrevino una pandemia que temporalmente anuló todas las posibilidades de relacionarnos presencialmente.
Cuando el proceso de encontrar su lugar en la sociedad es obstaculizado o incluso interrumpido, ¿Qué beneficios se están perdiendo nuestros adolescentes?
¿Qué es la socialización?
Las sociedades humanas son lugares sumamente complejos, cuyo funcionamiento se rige por incontables normas, costumbres y formas de expresarse y comunicarse, que todos compartimos, pero que no están escritos en ningún lado.
Para aprender a manejarse dentro de este complicado escenario, los niños y adolescentes pasan por un largo proceso de aprendizaje por el que van interiorizando este gran conjunto de valores, normas y creencias.
Socialización
Este proceso es clave en nuestro desarrollo y recibe el nombre de socialización. Cómo resultado de este, la persona adopta la forma de ver el mundo y de funcionar en él propios de la cultura en la que se socializa.
El aprendizaje propio de la socialización se da de la mano de múltiples personas, a las que llamamos agentes socializadores. Madres y padres, hermanos, amistades, profesores y entrenadores son claros ejemplos de agentes socializadores. Mientras que los lugares e instituciones en los que se da ese aprendizaje reciben el nombre de contextos de socialización: la familia, el colegio, los clubes deportivos y otras actividades extraescolares en las que se participen, etc.
¿Cuáles son las peculiaridades de la socialización en la adolescencia?
En la infancia, los principales agentes socializadores son las madres y los padres, pero con la adolescencia viene un giro de 180 grados, convirtiéndose en principal referente las personas de nuestra misma edad; los iguales.
Es cierto que la importancia de los progenitores no desaparece en ningún momento, pero se ha observado en distintas culturas que la relación con ellos se va distanciando a lo largo de la adolescencia, para volver a remontar al inicio de la edad adulta (Tsai, Telzer & Fuligni, 2013).
Dentro del conjunto amplio de iguales, cabe distinguir la influencia de tres partes (Bowers et al., 2015): las amistades individuales, el grupo de amistades y las tribus urbanas a las que se pertenecen (tales como góticos, gamers, kpopers, etc).
La inclinación natural que los adolescentes sienten para ganarse la aprobación de todos ellos, hace que sean especialmente influenciables y que constantemente busquen adaptarse e imitar los comportamientos y actitudes que en ellos ven. Ese afán de encajar puede ser un arma de doble filo, ya que los adolescentes están abiertos tanto a las influencias positivas como negativas de su entorno.
Beneficios de una buena socialización
La adolescencia es esencialmente el camino que la persona hace hacia la autonomía como individuo. En primer lugar, se deja de tener a los padres como referente, pasando uno a alinearse con los criterios, estándares y valores propios de las personas de edad similar o equivalente.
No obstante, a lo largo de la adolescencia, las personas vamos desarrollando herramientas que nos permiten ir encontrando nuestra propia voz, nuestra propia identidad y nuestra propia forma de vivir. Curiosamente, el camino de encontrarnos a nosotros mismos se realiza relacionándonos con los otros.
Autonomía al aprender
Vamos forjando también dicha autonomía al aprender a desenvolvernos en todos los nuevos contextos de socialización de los que vamos empezando a formar parte (institutos, clubes deportivos, eventos sociales, etc.), en los que desarrollaremos las habilidades sociales necesarias para enfrentarnos a todos los retos que vendrán a lo largo de nuestras vidas.
Hay que hacer especial mención a la aparición de las primeras amistades íntimas, dentro de las que aprenderemos a abrirnos emocionalmente a los otros, a dar apoyo, a solucionar diferencias y limar asperezas, a poner límites y una larga lista que incluye muchos valiosos aprendizajes. De la misma forma, nuestras relaciones con los otros propiciarán nuestro desarrollo emocional, moral y cognitivo (razonamiento, solución de problemas, etc.).
Apoyo social
Tener un sólido -aunque no necesariamente numeroso- apoyo social contribuye también a nuestra capacidad de hacer frente a las adversidades (Wang & Benner, 2016), manteniendo a su vez nuestra salud mental: la llamada resiliencia. Además, las experiencias sociales positivas contribuyen (especialmente en esta etapa) a desarrollar un sentimiento de ser competentes en nuestras vidas que, en última instancia, se traduce en una mayor autoestima (Kiviruusu et al, 2015).
En el ámbito educativo en particular, profesores, compañeros y entorno tienen una gran influencia en lo involucrado que uno esté en los estudios y en los resultados que se estén obteniendo. Puesto que los adolescentes tienden a amoldarse a sus iguales, establecer amistades con compañeros que tienen un buen rendimiento académico se traduce en una mejor adaptación y mayores notas (Lynch, Lerner & Leventhal, 2013).
Yendo un paso más allá, existe también una tendencia a alinearse con el esfuerzo general de la clase: si el conjunto de compañeros realiza un mayor esfuerzo, los alumnos se afanarán en nivelarse, mientras que si el nivel de esfuerzo es menor, los alumnos pasarán a reducir su ritmo (Kinderman, 2007). Por otro lado, una relación positiva con profesores que se muestren atentos y solícitos, ayuda a los adolescentes a afrontar los retos que se les presentan a lo largo del curso (Bowers et al., 2015).
Los peligros del aislamiento social
Existen muchos factores que pueden propiciar la soledad en la vida de los adolescentes, tales como nuestra cultura crecientemente individualista, las nuevas tecnologías o las circunstancias de la pandemia. También existen, por desgracia, la exclusión y el bullyng.
Sean cuales sean las causas del aislamiento social, se conoce que este hace más probable que los adolescentes se junten con malas compañías (Dishion et al., 1991), sean más agresivos, tengan comportamientos antisociales (Dodge, Coie, & Lynam, 2006), tengan comportamientos sexuales de riesgo (Lansford et al., 2014) y padezcan depresión (Platt, Kadosh, & Lau, 2013 ).
El protagonismo de las redes sociales
A estas alturas, las redes sociales han triunfado como la Coca-Cola y han llegado para quedarse, pasando a formar parte esencial de nuestra forma de relacionarnos. En especial, las nuevas generaciones ya no conocen una vida social sin ellas, por lo cual son para ellos como el aire que respiramos: una parte vital de nuestro mundo.
Aunque no hay que rechazarlas y hay que reconocer y valorar sus grandes beneficios, no debe perderse de vista el hecho que los adolescentes que hacen un uso abusivo de las redes sociales están en mayor riesgo de padecer ansiedad y depresión (Orben, 2020).
Conclusión
La socialización puede ser el proceso por el que nuestros adolescentes podrán pasar a ser adultos sanos e independientes el día de mañana. Pero al fin y al cabo es un aprendizaje que no siempre hace distinciones de contenido. Si las personas se socializan en entornos donde reinan el conflicto, la desconfianza o el egoísmo, estarán igualmente expuestas a aprender ese tipo de valores, actitudes y comportamientos.
Mientras que si se socializan en entornos donde imperan la confianza, la empatía y la colaboración, acabarán probablemente por adoptar esos mismos elementos en sus vidas.
Es deseable y comprensible que se quiera controlar hasta cierto punto las influencias a las que se exponen nuestros hijos, pero también existe cierto peligro de caer en extremos. Una aproximación demasiado autoritaria y prohibitiva puede terminar haciendo que los adolescentes se vean aún más alentados a hacer lo que precisamente intentamos evitar (Smetana et al., 2015).
Si tienes hijas o hijos adolescentes, y sientes que están teniendo dificultades a la hora de relacionarse o adaptarse a los nuevos entornos en los que tendrán lugar parte de sus vidas, un psicoterapeuta es el profesional indicado para proporcionarle las herramientas necesarias para crecer.
Referencias
Bowers, E. P., Geldhof, G. J., Johnson, S. K., Hilliard, L. J., Hershberg, R. M., Lerner, J. V., & Lerner, R. M. (Eds.). (2015). Promoting positive youth development: Lessons from the 4-H study. Springer.
Dishion, T. J., Patterson, G. R., Stoolmiller, M., & Skinner, M. L. (1991). Family, school, and behavioral antecedents to early adolescent involvement with antisocial peers. Developmental Psychology, 27 (1), 172–180.
Dodge, K. A., Coie, J. D., & Lynam, D. (2006). Aggression and antisocial behavior in youth. In R. M. Lerner (Ed.), Social, emotional, and personality development (Handbook of child psychology 6th ed., Vol. 3, pp. 719–788). Hoboken, NJ: Wiley
Kindermann, T. (2007). Effects of naturally existing peer groups on changes in academic engagement in a cohort of sixth graders. Child Development, 78 (4), 1186–1203.
Kiviruusu, O., Huurre, T., Aro, H., Marttunen, M., & Haukkala, A. (2015). Self-esteem growth trajectory from adolescence to mid-adulthood and its predictors in adolescence. Advances in Life Course Research, 23, 29-43.
Lansford, J. E., Dodge, K. A., Fontaine, R. G., Bates, J. E., & Petit, G. S. (2014). Peer rejection, affiliation with deviant peers, delinquency, and risky sexual behavior. Journal of Youth and Adolescence, 43 (10), 1742–1751.
Lynch, A. D., Lerner, R. M., & Leventhal, T. (2013). Adolescent academic achievement and school engagement: An examination of the role of school-wide peer culture. Journal of Youth and Adolescence, 42 (1), 6–19.
Orben, A. (2020). Teenagers, screens and social media: a narrative review of reviews and key studies. Social psychiatry and psychiatric epidemiology, 55(4), 407-414.
Platt, B., Kadosh, K. C., & Lau, J. Y. F. (2013). The role of peer rejection in adolescent depression. Depression and Anxiety, 30 (9), 809–821.
Smetana, J. G., Robinson, J., & Rote, W. M. (2015). Socialization in adolescence. Handbook of socialization: Theory and research, 2, 66-84.
Tsai, K. M., Telzer, E. H., & Fuligni, A. J. (2013). Continuity and discontinuity in perceptions of family relationships from adolescence to young adulthood. Child Development, 84, 471–484.
Wang, Y., & Benner, A. D. (2016). Cultural socialization across contexts: Family–peer congruence and adolescent well-being. Journal of youth and adolescence, 45, 594-611.
Autor: Isaac Pons