¿Qué es el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) y cómo lo tratamos?

El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) se ha convertido en los últimos años en uno de los trastornos psicológicos más populares. De la misma forma que cuando estamos con un estado de ánimo bajo usualmente que estamos “depre”, es también común afirmar que algo “nos da TOC” cuando está desordenado o no se ajusta a nuestros criterios. Aunque técnicamente sean equivocadas, estas expresiones reflejan un hecho esencial: que los trastornos psicológicos se componen de comportamientos que cualquiera de nosotros puede tener.

No obstante, la diferencia está en que estos comportamientos se dan de forma mucho más pronunciada, causan malestar en las personas y afectan a su desempeño en los diferentes ámbitos de su vida. Por lo tanto, de afirmar que algo “nos da TOC” a padecer un TOC, hay un buen trecho. Pero, ¿cuándo podemos afirmar que se da este problema psicológico?

Los componentes del TOC

Para empezar, el TOC – tal y como señala su nombre- tiene dos protagonistas claros: las obsesiones y las compulsiones. Por un lado, las obsesiones son pensamientos, imágenes mentales, o impulsos que sentimos. Para que se las pueda llamar cómo tales, tienen que acudir a nosotros de forma persistente y deben sentirse como algo molesto, que escapan a nuestro control y voluntad.

Es común que nos causan ansiedad y que intentemos reprimirlos o evitar las situaciones en las que nos suelen venir. Los temas más comunes sobre los que tratan las obsesiones son la limpieza, el orden y la simetría, los pensamientos que se perciben como prohibidos (relacionados con la violencia o el sexo), y el impulso de dañar a otros o a nosotros mismos.

La forma en la que tratamos de librarnos de las obsesiones y de la angustia que conlleva es a través del segundo protagonista: las compulsiones. Se trata de actos también repetitivos que pueden ser vistos por otros o pueden darse en la intimidad de nuestra mente.

Otra de sus finalidades, es la de intentar evitar que se den las situaciones temidas que prevén las obsesiones, aunque racionalmente haya una conexión pequeña o inexistente entre una cosa y la otra. No todas las personas con TOC las experimentan, pero es cierto que son muy frecuentes. Cuando están, la persona tiende a ocupar una gran parte de su día a día realizándose.

EJEMPLO: Una persona que ordena su escritorio 5-10 veces al día (compulsión) para evitar que le ocurra algo malo al salir de la oficina (obsesión).

Aunque a alguien externo le pueda parecer que lo anterior no tiene ningún sentido, la verdad es que las supersticiones son un ingrediente muy común en el TOC. En la mayoría de casos la persona reconoce que sus obsesiones son o pueden ser falsas, o que las compulsiones son inútiles, aunque no las desecha por temor a que no sea así. Existe un pequeño porcentaje de casos en que las personas tienen una absoluta convicción respecto a la utilidad de ambas. Cuanto menor sea la consciencia, más difícil será obtener resultados con el tratamiento.

¿Cómo se trata el TOC desde la psicoterapia?

Los recursos terapéuticos más eficaces y utilizados para tratar el TOC son los siguientes:

Exposición con prevención de respuesta

Como ya hemos señalado, es muy común que las obsesiones vengan seguidas de compulsiones. El objetivo de esta técnica es precisamente romper esta conexión, consistiendo en elegir una situación en la que aparezca la obsesión (o provocarla) y hacer que el paciente asuma el compromiso de no llevar a cabo la compulsión. Estas aproximaciones se realizan durante períodos de 90-120 minutos por sesión y con ellas se busca que la ansiedad generada por las obsesiones vaya disminuyendo con la práctica.

Terapia cognitiva

Este enfoque terapéutico busca esencialmente poner en tela de juicio el contenido de las obsesiones y los miedos que llevan asociados. Para ello se utilizan las siguientes técnicas:

1. Reestructuración cognitiva. Se utilizan preguntas guiadas para rastrear las creencias que originan las obsesiones y los miedos de los que nacen. Acto seguido se las discute y se construyen nuevas creencias más potenciadoras.

2. Interpretaciones alternativas. Se plantean nuevas formas de interpretar y entender los miedos. Mediante esta técnica la persona suele constatar que si ocurriera aquello que teme no sería tan catastrófico cómo se piensa, y que dispone de más recursos de los que cree para hacerle frente.

3. Hacer balance. Se aportan argumentos que apoyan o desmienten la veracidad de los miedos ligados a las obsesiones. Se discute sobre las probabilidades reales de que estos se cumplan.

4. Desidentificación con el pensamiento. Esta técnica es de especial importancia cuando las obsesiones toman forma de impulso. Cómo los impulsos (tales como el de hacer daño a alguien o saltar a las vías del tren) suelen ser tan contrarios a nuestra forma de ser, cuando irrumpen en nuestras vidas nos generan una gran angustia. Puede que te sorprenda, pero estos pensamientos descabellados y espontáneos son más comunes de lo que puedas pensar. Es normal que nos hagan cuestionar nuestra bondad, pero el terapeuta debe ayudar a ver que son solo pensamientos y que el simple hecho de que se nos crucen por la cabeza no significa que vayamos a llevarlos a cabo. Y mucho menos significa que seamos peores personas.

5. Experimentos conductuales. La exposición con prevención de respuesta tiene una gran utilidad añadida: sirve para que la persona constate que al no realizarse la compulsión no se cumplen los miedos que uno tiene. Al concluirse la técnica, es común que el terapeuta se tome un momento para reflexionar sobre cómo la experiencia desmiente las obsesiones, y para conseguir que el paciente pueda verlas con otros ojos. En resumen: los experimentos conductuales son todas aquellas actividades que podemos hacer para constatar que nuestros miedos y creencias son falsos.

Para concluir …

Si tras leer este artículo piensas que es posible que estés experimentando algunos aspectos de este problema psicológico, tienes a disposición mi contacto para resolver cualquier duda o hablar de ello con un profesional. Recuerda que para poder beneficiarnos de la psicoterapia, no es necesario tener un TOC o algún otro de los llamados trastornos psicológicos: cualquier pensamiento, emoción o comportamiento que genere malestar en nosotros son igual de dignos de ser trabajados y superados.

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